Industria farmacéutica. Confesiones
Oiga, doctor, devuélvame mi depresión, ¿no ve que los amigos se apartan de mí? dicen que no se puede consentir esa sonrisa idiota (J. Sabina). Desde hace ya un buen tiempo que desde el imaginario social pensamos a la salud como ausencia de enfermedad o la falta de síntomas. Esta forma de pensamiento sostiene que es sano el que no está enfermo o que no presenta signo de enfermedad. En realidad el tema es bastante más complejo. Una de las cuestiones que hay que tener en cuenta es cómo influye la adaptación en todo el proceso de salud y enfermedad. La enfermedad no hay que pensarla por fuera de las condiciones materiales, familiares, sociales (etc.) que son las que la producen. Un claro ejemplo de cuándo enfermarse no es en sí «el problema» sino la consecuencia inevitable es por ejemplo […]